Inversión temática

La innovación no tiene nada de nuevo. Lo que ha cambiado, no obstante, es la velocidad y la escala a la que se produce.

Para los inversores, la inversión temática ofrece la oportunidad de beneficiarse potencialmente de las fuerzas económicas, políticas, demográficas, medioambientales y tecnológicas que impulsan la innovación global.

La inversión temática aprovecha dos fuerzas dinámicas: la aceleración y la convergencia.

• La aceleración se manifiesta mediante ciclos de innovación más rápidos. Unos ciclos de innovación más ágiles crean nuevos mercados y redes de valor o prestan servicios a clientes antes desatendidos dentro de mercados existentes, hasta desplazar finalmente a las empresas ya establecidas.
• La convergencia es un catalizador de oportunidades. Las oportunidades más atractivas surgen cuando varias tendencias coinciden y se refuerzan mutuamente. Se crea entonces un círculo virtuoso en el que lo que ocurre en un campo lleva a la acción en otro.

Los progresos en IA, la hiperconectividad, la digitalización, la automatización y la demanda de nuevos materiales están provocando un impacto global a largo plazo en todos los sectores. Estas dinámicas posibilitan la innovación, agilizan las operaciones, promueven la integración global, reducen las necesidades de recursos, aumentan la eficiencia y configuran el futuro de múltiples sectores. Su influencia seguirá creciendo y dando forma nuestro mundo en los próximos años.

El mundo está atravesando profundos cambios a nivel demográfico, urbanístico, de envejecimiento y de asistencia sanitaria. Los cambios demográficos repercuten en el aumento de la población, la desigualdad, la presión sobre los mercados laborales, la migración y las finanzas públicas. La urbanización va en aumento, y las ciudades se están convirtiendo en la fuerza motriz del crecimiento económico, caracterizado por unas infraestructuras sólidas, economías diversas, políticas avanzadas en materia de sostenibilidad, una mano de obra cualificada y una elevada calidad de vida. El creciente envejecimiento de la población plantea retos y oportunidades, y repercute en la mano de obra y en los sistemas sanitarios. Entretanto, los avances en la atención sanitaria y el creciente énfasis en la salud preventiva están determinando el futuro. Estos cambios marcan la trayectoria de las sociedades y las economías de todo el mundo.

El mundo está en plena transición hacia fuentes de energía más ecológicas en un momento en que los países afrontan el cambio climático y se esfuerzan por alcanzar las emisiones netas cero. La demanda de energía está impulsada por el crecimiento demográfico y económico y el aumento del consumo eléctrico de los centros de datos. Para lograr la seguridad energética, es necesario un enfoque híbrido que integre las energías convencionales y las renovables, lo que requiere medidas tácticas y estratégicas. Las oportunidades de inversión surgen de la necesidad de reducir la intensidad energética de la economía mundial mediante mejoras de la eficiencia. Estos cambios globales requieren transformaciones significativas en el sistema energético y presentan oportunidades de inversión sostenible en diversos sectores.

La creciente demanda de energía, agua y materias primas, unida a la pérdida de biodiversidad y al aumento de la generación de residuos, alimentan la llamada «triple crisis planetaria». Resolver estos retos requiere cambios sistémicos, adoptar principios circulares para preservar los recursos, proteger la biodiversidad e impulsar la innovación en modelos de negocio y prácticas sostenibles. Dejando atrás las prácticas lineales, invirtiendo en nuevas tecnologías y creando marcos normativos favorables, podemos abrir el camino hacia un futuro más sostenible.

Los cambios generacionales afectan al comportamiento de los consumidores e impulsa la demanda de experiencias omnicanal fluidas en la era digital. Los desequilibrios económicos, que incluyen las desigualdades en cuanto a renta, riqueza y recursos, se entrelazan con factores sociales, políticos y demográficos. Para conseguir un crecimiento equitativo y empoderar a las personas es necesario que haya inclusión educativa y profesional, sea posible acceder a servicios financieros, se fomente la cualificación de los trabajadores y se pueda participar en la economía.