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Cómo se comportan las bolsas tras fuertes caída
Los mercados bursátiles se han desplomado en los días posteriores a la invasión rusa de Ucrania. Nuestro análisis muestra lo que ha sucedido históricamente en el período posterior a este tipo de turbulencias.

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Mientras la atención pública se ha centrado, comprensiblemente, en las graves consecuencias humanitarias de la invasión de Ucrania, los mercados mundiales han reflejado la preocupación de los inversores por las repercusiones financieras y económicas.
Hasta la fecha, la crisis actual ha hecho que los principales mercados caigan aproximadamente un 10%. Esta caída se ha repartido a lo largo de varias semanas.
Los días individuales han retenido caídas que son - en comparación con las medidas históricas - relativamente pequeñas.
El estallido de la pandemia en 2020, por ejemplo, dio lugar a caídas más pronunciadas. El mercado de valores estadounidense, medido por el S&P 500, cayó un 7,6% en un día, el 9 de marzo de 2020, por ejemplo, su quinto peor día de cotización desde 1988. Ese mismo día, las acciones del Reino Unido también cayeron con fuerza. El índice FTSE All-Share cayó un 7,4%.
Si bien el mercado de valores ha reaccionado rápidamente a las crisis de todo tipo, la historia demuestra que tiende a recuperarse con fuerza con el paso del tiempo.
Cómo se recupera el mercado de valores
Utilizando el mercado de valores estadounidense como ejemplo, las últimas tres décadas muestran que el mayor rebote de cinco años en EE.UU. supuso una rentabilidad del 164%. Es decir, una rentabilidad anualizada del 21% en los cinco años posteriores a la caída del 6,7% del S&P el 20 de noviembre de 2008.
Esa fecha marcó una fase especialmente sombría de la crisis financiera de 2008-09.
Teniendo en cuenta el pésimo estado de ánimo de la época, a los inversores les puede costar creer que una inversión de 10.000 dólares realizada en el mercado al comienzo de aquel turbulento día hubiera crecido hasta los 26.400 dólares en cinco años, sin ajustar comisiones.
Por supuesto, no está garantizado que el rendimiento pasado se repita en el futuro. Los rendimientos son ilustrativos y no incluyen ningún coste o comisión. Pero los datos subrayan la resistencia histórica de las acciones en plazos más largos, incluso después de las crisis.

Una breve historia de los peores días de la bolsa
Como muestra la tabla anterior, el patrón se repite en muchos otros de los 10 peores desplomes de un día.
Las caídas asociadas a la crisis financiera mundial, incluida la crisis de deuda de la eurozona en 2011, suponen siete de los 10 peores días que ha soportado la bolsa estadounidense desde 1989.
La más grave fue una caída del 9,0% el 15 de octubre de 2008. A esta le siguió una rentabilidad de cinco años del 109%, o un equivalente anual del 15,9%.
La crisis crediticia se convirtió en una crisis financiera en toda regla en 2008 con el colapso del banco de inversión Bear Stearns, y se agravó con la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de ese año. Esto creó un efecto dominó entre bancos y aseguradoras. Fueron necesarias fusiones forzadas y rescates gubernamentales para estabilizar los mercados.
Estos momentos de crisis atraen a los inversores como Warren Buffett, que invirtió 5.000 millones de dólares en Goldman Sachs en septiembre de 2008.
Y lo peor...
Las caídas del mercado de valores durante el desplome posterior a la crisis de las telecomunicaciones de 2000 a 2003 no se encuentran entre las 10 primeras. Una caída del 5,8% el 14 de abril de 2000 fue la 12ª peor. Le siguió una pérdida del 7,4% cinco años después.
Los datos no se remontan al lunes negro de octubre de 1987, cuando las acciones estadounidenses cayeron un 22% en un día, la mayor caída de la historia en una sola jornada.
La importancia del tiempo
Como muestra el gráfico siguiente, el mercado de valores ha proporcionado una buena rentabilidad, a pesar de los altibajos de las últimas tres décadas, siempre que se mantenga el temple.
El gráfico ilustra la variación del valor "real" (después de la inflación) cada año de 1.000 libras esterlinas invertidas en acciones del Reino Unido (representadas por el FTSE All-Share), en una cuenta bancaria del Reino Unido o simplemente como dinero en efectivo "debajo de la cama".

El valor de las inversiones y los ingresos derivados de ellas pueden bajar o subir, y los inversores pueden no recuperar las cantidades invertidas originalmente.
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