Inversores, ¿es hora de invertir de forma opuesta a la última década?
Johanna Kyrklund, CIO, y otros equipos de inversión de Schroders y nuestros economistas analizan el entorno actual, señalan donde ven oportunidades e identifican los mayores riesgos.

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Crecí en Roma, una ciudad vinculada a lo largo de su historia a la política. Fue allí donde, siendo adolescente, hace 30 años, me interesé por primera vez por la actualidad.
Por aquel entonces, el marco político italiano, vigente desde la Segunda Guerra Mundial, estaba siendo desmantelado en medio de un amplio escándalo de corrupción. Muchos partidos y figuras políticas de alto nivel desaparecieron como resultado de aquel cambio.
Desde entonces, las tendencias políticas, sociales y económicas me fascinan. Afortunadamente para mí, identificar y comprender estas tendencias es una parte importante de mi trabajo como inversor.
Tres factores que contribuyen a un cambio profundo
En este momento, creo que nos encontramos en medio de un período de profundo cambio global en muchos niveles. Por un lado, el cambio climático está haciendo imperativo que el mundo desarrolle un modelo de crecimiento más sostenible; por otro, la desigualdad de ingresos y sus consecuencias negativas se han visto exacerbadas por los efectos de la flexibilización cuantitativa; y, por último, la vulnerabilidad de las cadenas de suministro mundiales se ha puesto de manifiesto con la pandemia de Covid-19 y la guerra de Ucrania.
Estos tres factores están conduciendo a una especial atención a la descarbonización y a una reevaluación del riesgo de las cadenas de suministro mundiales, así como a niveles mucho mayores de intervención gubernamental. El impacto de todo ello en la forma en que debemos invertir es de gran alcance.
¿Qué significa esto para nuestras carteras?
En primer lugar, tomemos la situación en Ucrania tras la invasión de Rusia. Por encima de todo está la perspectiva humana, que es trágica y horrorosa. Pero, como gestores, también debemos analizarlo desde el prisma de la inversión. Esto significa que debemos dar un paso atrás y centrarnos en las implicaciones a medio plazo del conflicto.
Materias primas: moviéndose en direcciones opuestas
Esto se traduce en una mayor interrupción del suministro en una amplia gama de materias primas y una mayor atención a la seguridad energética de Europa. Al coincidir con un enfoque global sobre los objetivos de cero neto y la transición energética, está conllevando que los mercados de materias primas y recursos estén siendo arrastrados en direcciones opuestas.
El camino hacia la descarbonización nunca va a ser lineal. En este momento, hay razones para poseer inversiones relacionadas con las materias primas como cobertura contra las presiones inflacionistas. Sin embargo, también deberíamos invertir en la transición energética que, más que nunca, sigue siendo un área estratégicamente importante.
En muchos casos, mediante un enfoque activo, creemos que podemos identificar inversiones que sirvan para ambos objetivos.
Impacto de la subida de tipos
En segundo lugar, está la perspectiva de una subida de tipos ante el aumento de la inflación. Aunque técnicamente los efectos de base pueden llevar a que la inflación llegue a su punto máximo este año, los bancos centrales de todo el mundo son muy conscientes de que van por detrás de la curva y se están movilizando para endurecer su política monetaria.
Ya hemos hablado anteriormente de cómo con los tipos de interés a cero el viejo proverbio de "más vale pájaro en mano que ciento volando" dejó de ser cierto. Esto se debe a que el pájaro en la mano (dinero en efectivo o bonos, por ejemplo) no valía nada, por lo que los inversores se veían obligados a invertir en activos de mayor riesgo (los dos en el arbusto) para generar rendimientos. Sin embargo, la subida de los tipos de interés supone ahora un reto para la rentabilidad de los activos de riesgo. Es decir, el "pájaro en mano" empieza a valer algo.
Mientras que los últimos 10 años se han caracterizado por una política fiscal estricta y una política monetaria laxa, este statu quo está a punto de cambiar. Con un enfoque más intervencionista por parte de los gobiernos, acelerado por la pandemia y el conflicto geopolítico, estamos viendo una vuelta a una política fiscal más relajada y una política monetaria más estricta.
Bonos: pasando del rojo al ámbar
Los precios de los bonos han caído drásticamente en los últimos meses, con el rendimiento de los bonos estadounidenses a 10 años pasando de un mínimo del 1,20% en 2021 a más del 2,50% y el bund alemán a 10 años pasando del -0,7% al 0,8%.
Del mismo modo, el rendimiento del índice de crédito estadounidense ha pasado del 1,75% al 4,5%.
Cambios porcentuales como estos no se daban desde los años 80. A estos niveles, diríamos que el semáforo de los bonos está pasando de rojo a ámbar.
Lo que nos impide ser más alcistas es que los inversores necesitarán más rendimiento para compensar el aumento de la volatilidad. También debemos vigilar de cerca los rendimientos de los bonos europeos, que ahora han entrado en territorio positivo, ya que esto elimina un importante soporte para los rendimientos globales.
La renta variable: mirar más allá de la superficie
Los mercados de renta variable han rebotado desde niveles de sobreventa, ya que los inversores se han acostumbrado a poner en precio el riesgo de la guerra en Ucrania. Aunque las noticias son poco alentadoras, ahora tenemos más información sobre las funciones de reacción de Putin y la OTAN. Sin embargo, no se puede descartar el riesgo de una escalada del conflicto aún más significativa.
A nivel de índices, esperamos que la renta variable se vea atrapada entre las corrientes cruzadas de la subida de los tipos de interés y los precios de las materias primas, lo que hace prever unas rentabilidades más moderadas este año. No obstante, más allá de esto, seguimos viendo oportunidades para las inversiones más orientadas a las acciones value o de valor. Y, teniendo en cuenta lo sucedido en los últimos 20 años, hay mucho que aprovechar con esta tendencia.
Es el momento de invertir de forma opuesta a la última década
En resumen, es el momento de que los inversores analicen lo que hicieron en sus carteras durante los últimos 10 años y, luego, hagan lo contrario.
Los inversores deben adoptar un enfoque de futuro y esperar lo inesperado. Les vendría bien seguir las instrucciones de la Reina Blanca a Alicia en la novela de Lewis Carroll “A través del espejo” y pensar en “hasta seis cosas imposibles antes del desayuno”.
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