¿Han pasado los inversores por alto la verdadera revolución en los vehículos eléctricos?
Los inversores están centrados en el auge previsto en los coches eléctricos cuando la verdadera aceleración en la demanda está ocurriendo en otra parte.

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Los vehículos eléctricos (VE) han alcanzado un claro punto de inflexión. La calidad del producto ha mejorado y la disponibilidad para el consumidor se está ampliando rápidamente. Aunque lo más importante quizá es que el coste de adquirir un coche eléctrico se está acercando por fin a la paridad con los coches de motor de combustión tradicionales.
Las pintorescas historias en el sector también han ayudado a suscitar interés: el espectacular y convulso crecimiento del Tesla de Elon Musk sin duda ha generado titulares. No obstante, el cambio a un vehículo totalmente eléctrico requerirá más tiempo e inversión de lo que esperan la mayoría de los inversores.
Como inversores en tendencias de cambio climático, miramos más allá de los titulares. Aunque el mercado sigue centrado en el uso de los coches eléctricos, es el uso de las furgonetas y camiones eléctricos el que está superando a la curva.
Los factores adversos para los vehículos eléctricos
Aunque asumimos los pronósticos más agresivos para la transición de las ventas de nuevos coches a vehículos eléctricos, la composición general de la flota de coches tardará muchas décadas (podría decirse que demasiadas) en cambiar. Ello responde a dos motivos clave.
El primero es que ni siquiera existe una fracción de las fábricas de baterías necesarias para alimentar a todos los automóviles del mundo. La inversión requerida para crear la capacidad de fabricación necesaria es enorme. La primera “gigafactoría”, construida por Tesla, costó aproximadamente 5.000 millones de dólares para una fábrica de 50 GWh. Si asumiéramos que las futuras fábricas solo costarán el 60% de esta construcción inicial, el gasto industrial acumulado necesario para convertir totalmente el sector del automóvil en vehículos eléctricos es superior a los 400.000 millones de dólares.
Sin duda, se crearán y destruirán nuevos mercados muy grandes en la transición. En este sentido, los inversores pueden estar interesados en tomar nota de los principales mercados que se están desarrollando en los componentes de baterías, como electrodos, dispositivos electrónicos y motores eléctricos.
El segundo factor que ralentiza la adopción del coche eléctrico es la velocidad de sustitución: la vida media de un coche es superior a 15 años. Es incluso mayor en economías emergentes. Asumiendo que los vehículos eléctricos representan el 25% de todas las ventas globales de coches nuevos en 2030, y el 75% en 2040, los vehículos eléctricos solo representarán algo más del 11% de la flota general en 2030, menos del 45% en 2040 y solo el 77% en 2050 (que es cuando el transporte tiene que tener fundamentalmente cero emisiones para cumplir los objetivos de París). Los viajes en coche de la mayoría de consumidores seguirían generando importantes emisiones de gases de efecto invernadero (GHG) en 2040, y la única manera de cambiarlo sería forzar una retirada anticipada de los vehículos de motor de combustión.

Los vehículos de entrega comercial se electrificarán mucho más rápido
Los vehículos de logística y entrega comercial, por otro lado, se usan mucho más que los vehículos de los consumidores. Esto significa que, en general, tienen una vida útil más corta (o, al menos, sustituyen su transmisión con mayor frecuencia). Los vehículos eléctricos también son perfectamente adecuados para uso comercial en redes de entrega de recorridos cortos, ya que los vehículos regresan al almacén local una vez al día para recargarse.
El sector de la logística lo está entendiendo rápidamente, tal como destacan los titulares de algunos de los principales medios. Las empresas que dependen de grandes flotas de entrega están convirtiendo activamente sus furgonetas y camiones en vehículos eléctricos. Esto se debe en parte al rápido endurecimiento de la normativa sobre emisiones de las autoridades municipales. Este mes, por ejemplo, Londres ha aprobado el protocolo de emisiones de vehículos en el centro de la ciudad más restrictivo del mundo para ayudar a reducir la contaminación atmosférica y proteger la salud pública.
No obstante, también es simplemente un tema de costes. Deutsche Post DHL ha llegado incluso a comprometerse a operar el 70% de sus propios servicios “de puerta a puerta” con soluciones de entrega limpia para 2025. Dado que algunas de sus centros de operaciones se quedarán atrás, eso significa que la empresa tendrá que estar utilizando casi el 100% de vehículos de bajas emisiones en Alemania para esa fecha.
Las empresas de entregas están presionadas por sus clientes. Por ejemplo, Amazon ha anunciado recientemente sus planes para hacer que el 50% de todos los envíos estén libres de emisiones de carbono para 2030 (cuando solo alrededor del 10% de la flota de coches de consumidores existente habrá cambiado a vehículos eléctricos).
Amazon tiene que concretar cómo pretende lograrlo, pero está claro que este ritmo de conversión lejos de los vehículos de motor de combustión puede ocurrir y ocurrirá más rápido en el sector del comercio electrónico y las entregas profesionales. Quizá Amazon, en lugar de ofrecer una entrega gratuita al día siguiente para los miembros Prime, pronto pueda comenzar a incentivar la entrega gratuita mediante vehículos eléctricos y cobrar por otros métodos de entrega –cosas más raras se han visto.
Los inversores también deberían tener en cuenta el contexto más amplio: las empresas que se adapten a los desafíos globales, como el cambio climático, mejorarán sensiblemente su posición. Amazon solo es un ejemplo.
Es posible que los consumidores y organismos reguladores se den cuenta de la importante contribución a las emisiones de gases de efecto invernadero realizada por los viajes en coche de los consumidores hacia y desde sus tiendas favoritas. Quizá entonces las tiendas tradicionales y los centros comerciales en la periferia se enfrenten a factores adversos y costes normativos adicionales cuando se les pida que incorporen el verdadero coste de sus emisiones asociadas frente a una alternativa por Internet más limpia. Como inversores del cambio climático, nuestra intención es seguir estando un paso por delante.
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