Por qué se debe poner fin pronto a los tipos de interés negativos
Revertir los tipos de interés negativos permitiría corregir un error de política.

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Pocas intervenciones en la historia de los bancos centrales han resultado tan dramáticas como la expansión del balance del Banco Central Europeo (BCE) a más de 4 billones de euros para prestar apoyo a la zona euro. El fortalecimiento de la recuperación económica en la zona euro y el repunte de la inflación significan que el debate sobre cómo abandonar elegantemente las medidas de emergencia se está volviendo cada vez más crítico.
El éxito del BCE en evitar la deflación y evitar una ruptura del euro, a menudo en solitario, ha supuesto un esfuerzo titánico y ha provocado muchas distorsiones. El cambio de rumbo, el punto de inflexión entre la deflación y la inflación, podría llegar bastante más rápido de lo que le resultaría cómodo al BCE, y requiere de un replanteamiento de su estrategia de salida de las políticas monetarias expansivas y no convencionales.
La hipótesis de trabajo del mercado ha sido que el BCE seguiría el ejemplo de la Reserva Federal (Fed). En primer lugar, reducir el nivel de las compras de activos y, a continuación, elevar los tipos de interés y, entonces, muy lentamente, ocuparse del balance de 4 billones de euros. Esto podría resultar demasiado lento y gradual en caso de que la recuperación económica, y las presiones inflacionistas, comenzasen a coger fuerza. Además, EE. UU. nunca realizó el peligroso experimento de unos tipos negativos, probablemente el mayor error de política en la banca central desde la crisis financiera.
No solo sería factible, sino realmente beneficioso, comenzar a elevar los tipos de interés de la zona euro desde su actual nivel negativo, antes de dejar de comprar nuevas cantidades de deuda pública.
Los tipos negativos han resultado altamente corrosivos para los beneficios de los bancos y una mayor confianza en el sistema bancario, como ya he dicho antes. Dado que aproximadamente el 80% de los créditos comerciales en Europa se conceden a través de los bancos, en marcado contraste con EE. UU., no podemos pasar por alto que el daño está hecho.
El año pasado, los bancos de la zona euro obtuvieron una rentabilidad de apenas el 5%, en la línea de 2015, dado que los tipos negativos redujeron los ingresos de los bancos. Un sistema bancario poco rentable pone en riesgo la estabilidad financiera y no es capaz de sostener el crecimiento económico. No es de extrañar que Danièle Nouy, presidenta del Consejo de supervisión del BCE, hiciese hincapié decenas de veces en las preocupaciones por la rentabilidad bancaria en la conferencia de prensa de supervisión bancaria anual del BCE.
En segundo lugar, existe un riesgo de que la combinación de políticas se desequilibre. El mes pasado, se puso fin a las operaciones dirigidas de financiación a largo plazo del BCE, un plan al estilo de "Alicia a través del espejo", que paga a los bancos para que concedan préstamos. Esta política se diseñó para paliar el daño que los tipos de interés negativos ocasionarían a los bancos de la zona euro. Estaba pensada para empujar los bancos a conceder préstamos a las empresas. Aunque hay pocas evidencias de que los préstamos bancarios aumentasen como consecuencia de este plan, resultó ser una práctica compensación. Cualquiera que dude de esto debe mirar el tamaño de la ronda final. Los bancos tomaron 233.000 millones de euros en un día, compensando en efecto 11 meses de la anunciada reducción del BCE a 20.000 millones al mes. Conforme vaya concluyendo el plan TLTRO2, tendremos una política de tipos negativa desequilibrada.
En tercer lugar, ahora parece probable que la Fed vaya a elevar los tipos oficiales tres veces a lo largo de 2017. A menos que el BCE comience a elevar los tipos de interés en consecuencia, el margen entre los tipos de interés a corto plazo en la zona euro y en EE. UU. aumentará considerablemente. Esto podría ejercer una presión a la baja sobre el euro frente el dólar, creando presiones inflacionarias en la zona euro.
Por último, la otra ventaja de abordar los tipos de interés negativos en primer lugar es mantener el apoyo indirecto para los soberanos periféricos manteniendo bajo control los costes de los préstamos públicos. Dada la incertidumbre política en Europa, podría parecer temerario retirar un instrumento que ayuda en este sentido.
El mayor desafío para revertir los tipos de interés negativos es, primero, si se puede poner en entredicho la credibilidad de las directrices del banco central hoy, o en una crisis futura. Sin embargo, el precedente de ajustar los tipos sin socavar estas directrices es sólido. El propio BCE ha reducido los tipos de interés dos veces desde que comenzó la flexibilización cuantitativa, conforme iba aumentando su preocupación por la deflación. Por lo que podría aumentar los tipos de interés dos veces si se informase con claridad de que la preocupación central por la inflación y la economía estuviesen mejorando, y los riesgos de cola disminuyendo. En efecto, el BCE estaría saliendo a través de la puerta por la que entró.
Para salir con elegancia, el ajuste gradual de la política debería complementarse con una política fiscal más expansiva en la medida de lo posible, una mayor inversión en infraestructuras y avances en la diversificación de las fuentes de capital para las empresas y proyectos de infraestructura de Europa.
Conseguir la combinación, secuenciación y comunicación de políticas adecuadas será crucial para evitar un endurecimiento accidental de las condiciones financieras. Los inversores deberán estar atentos a un cambio de la combinación de políticas.
Este artículo se publicó originalmente en el Financial Times.
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