¿Se debe mantener, vender o comprar después de una crisis?
Duncan Lamont, responsable de Investigación y Análisis de Schroders, busca respuestas en los 148 años de historia del mercado financiero.

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Antes del rebote de la semana pasada, las acciones de EE.UU. habían caído alrededor del 25% desde mediados de febrero, según el índice S&P 500. Se suele decir que para invertir en el mercado de valores hay que mirar al largo plazo, pero eso no quita que mantener la calma en momentos de caídas sea tarea fácil.
Cada vez que hay caídas, nos sentimos como si nos estuviéramos ahogando. ¿Cuándo terminará la tormenta? ¿Cuándo podremos recuperar el aliento? ¿Dónde está la tierra firme? La manera en la que cada inversor responde a estas preguntas ndrá un fuerte impacto en su patrimonio futuro.
El riesgo de pérdidas es el precio de la entrada a los mercados bursátiles
Este tipo de caídas, sobre todo de gran magnitud, ocurren de vez en cuando. La volatilidad y el riesgo de perder el capital forman parte del ‘precio de entrar en los mercados’.
En los 148 años transcurridos entre 1871 y 2019 ha habido 11 ocasiones en las que las acciones (medidas por el índice S&P 500) han perdido, al menos, el 25% de su valor. En las caídas de 2001 y 2008, las pérdidas superaron el 40%.
El peor momento tuvo lugar durante la Gran Depresión de los años 30, en el que los inversores perdieron más del 80% de su dinero. De hecho, a los que permanecieron invertidos, les llevó más de 15 años recuperar su capital inicial.
No obstante, ha habido otras caídas, aunque menos dramáticas. En siete de los 11 episodios, los inversores habrían recuperado todas las pérdidas en dos años o menos si hubieran invertido en el índice S&P500. En los otros cuatro - 1893, 2001 y 2008 - el período para alcanzar el breakeven o punto de equilibrio fue de cuatro a cinco años.
¿Cuánto tiempo tardaron las acciones estadounidenses en recuperar las pérdidas tras una caída del 25%?

Vale la pena señalar que estas cifras son todas en términos nominales, por lo que incluyen cualquier alza que pueda haber experimentado la inflación - las cosas se ven más negativas en términos ajustados a la inflación. Por ejemplo, tras el crash de las puntocom, el mercado de los EE.UU. recuperó sus pérdidas en octubre de 2006 en términos nominales, pero no fue hasta abril de 2013 cuando alcanzó el punto de equilibrio en términos ajustados a la inflación.
Por otro lado, en los últimos 148 años, las acciones de EE.UU. se han revalorizado un 8,9% anual, un 6,7% anual por encima de la inflación. En el mismo período, el dinero en efectivo de los EE.UU. sólo rentó un 4% al año.
¿Vender, mantener o doblar la inversión?
Los inversores pueden actuar de estas tres formas ante una caída de los mercados:
- Dash-for-cash: salir del mercado y apostar por el efectivo
- Stick-with-stocks: la estrategia de mantener la inversión intacta
- Double-down: aumentar su inversión actual, de una sola vez o repartiendo aportaciones
A la hora de invertir todo el capital de golpe, los inversores siempre se arriesgan a hacerlo en un mal momento; además, se le añade el reto de tener que hacerlo justo antes de que el mercado comience a recuperarse. En cierta forma, con esta estrategia, los inversores están obligados a disponer de un gran volumen de efectivo para realizar dicha inversión.
En cambio, el enfoque de ir invirtiendo poco a poco también busca comprar barato, pero aceptando que no se sabe cuándo será el mejor momento para ello.
La respuesta importa
A continuación, vamos a analizar cuánto tiempo habría tardado la cartera de un inversor en recuperar su inversión inicial tras algunas de las caídas más llamativas de los mercados según su respuesta a las tres preguntas anteriores.
Asumimos que el inversor está decidiendo cómo actuar cuando el mercado cae un 25%. De hecho, esta es la posición en la que muchos inversores se encuentran actualmente.
Si un inversor decide aumentar su inversión
Suponemos que invierte una cantidad anual equivalente al 5% de lo que vale su cartera en el momento en el que el mercado cae un 25%.
Por tanto, para una cartera de $10.000 cuyo valor ha disminuido exactamente un 25%, la inversión mensual sería del 5% x 7.500 / 12 = $31,25 al mes. Esto equivale a un poco más del 0,3% del valor de la cartera antes del desplome.
Por tanto, podemos deducir que invertir más capital tras una caída provoca que el valor de la cartera aumente más rápido que si, por el contrario, no se hace nada. Además, también se ha calculado cuánto tiempo tardaría un inversor que utiliza este enfoque en recuperar su inversión inicial.
La tabla siguiente resume nuestros resultados.

Existe el riesgo de que las personas queden tan marcadas por las pérdidas que no puedan volver a invertir en el mercado durante un largo periodo de tiempo; esto provoca que deshagan posiciones para recuperar su efectivo. No obstante, nuestro análisis demuestra que, históricamente, esa es una de las peores decisiones financieras que una persona pueden tomar.
Por ejemplo, los inversores que salieron del mercado en 1929, después de la primera caída del 25% de la Gran Depresión, habrían tenido que esperar hasta 1963 para recuperar su inversión inicial. Sin embargo, si hubieran permanecido invertidos, habrían alcanzado este breakeven en 1945. Hay que tener en cuenta que el mercado llegó a caer más de un 80%.
Por lo tanto, salirse del mercado resultó ser la peor estrategia a largo plazo. Del mismo modo, un inversor que vendió en 2001, después del colapso de las puntocom, se daría cuenta de que su cartera solo valdría hoy en día un 90% de lo que valía en el 2000.
El mensaje es bastante contundente: salirse del mercado de valores para recuperar el efectivo es una decisión negativa para nuestro capital a largo plazo.
¿Deberían los inversores invertir más?
Sin duda, esta es una pregunta muy personal. Independientemente de la estrategia de inversión, no todos los inversores podrán comprar más, aunque así lo deseen.
Por ejemplo, además de las importantes consecuencias que la crisis del coronavirus está teniendo para la salud humana, también está creando mucha inseguridad dentro del terreno laboral y, sobre todo, escasez de liquidez.
La necesidad de pagar el alquiler, facturas, comprar alimentos, o de, sencillamente, sentirse financieramente seguros, supera cualquier opinión sobre si es buena opción entrar o no en el mercado bursátil. Todos los comentarios a continuación deben considerarse con esta premisa previa. Además de la propia advertencia de que es muy complicado cuantificar hasta dónde llegarán los efectos de esta crisis.
Sin embargo, al menos en lo que respecta a esta segunda advertencia, no es diferente de cualquier caída previa del mercado. ¿Los inversores sabían en 1929, después de la primera caída del 25%, que el mercado de valores iba a caer otro 75%? ¿O que en 1893, 1903, 1917, 1970, o 1987, el -25% estaba cerca del suelo?
En este sentido, nuestro análisis señala que, en la mayoría de los casos, la respuesta de aumentar la inversión no habría supuesto una gran diferencia en el tiempo necesario para recuperar las pérdidas en comparación con no hacer nada. De hecho, es cierto que acorta el período de recuperación en seis casos, pero no produce ninguna diferencia en cuatro y resulta una decisión peor en uno de los ejemplos.
Sin embargo, la única vez que marcó una gran diferencia fue en la peor de todas las crisis, la Gran Depresión. En este caso, la inversión periódica y recurrente habría reducido en casi 7 años la recuperación de la inversión, en comparación con los 15 años que hubiera necesitado otro inversor.
Aunque parezca sorprendente que la estrategia de aumentar la inversión no suponga una diferencia, ello se debe en parte a que el tamaño supuesto de la inversión es relativamente bajo - invertir una cantidad equivalente al 20% del valor de la cartera, en lugar del 5%, habría cerrado la brecha más rápidamente en cada caso.
Las acciones tienen consecuencias
Las circunstancias de cada persona son totalmente diferentes a la hora de tomar este tipo de decisiones. Sin embargo, para aquellos que ya están invertidos en el mercado de valores, los pasos que den ahora tendrán un impacto en la forma en la que su cartera se recupere de la actual crisis. Cualquiera que piense en vender y pasar al efectivo debe considerar las consecuencias, con los tipos de interés cercanos a cero.
Por el contrario, la historia demuestra que los inversores que se mantienen firmes probablemente terminen con un mejor resultado a largo plazo. Los que están en condiciones de aumentar sus carteras podrían terminar aún mejor, y es poco probable que terminen peor.
Sin embargo, esto sólo se sostiene a largo plazo. Nadie tiene una bola de cristal para poder predecir cómo y cuándo terminará la actual crisis. Repitiendo lo anteriormente expuesto, el riesgo de pérdida es el precio que se asume cuando se decide invertir en el mercado. Una mayor rentabilidad a largo plazo es la recompensa potencial. Las cicatrices mentales de lo que estamos viviendo estarán con nosotros durante una generación, pero las cicatrices financieras no tienen por qué permanecer.
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