Por qué los líderes en cambio climático podrían ofrecer menores riesgos a los inversores
Las empresas que ya están reduciendo sus emisiones deberían presentar menores riesgos frente a las crecientes regulaciones.

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Cuando se trata de invertir pensando en el cambio climático, la tendencia es pensar en las oportunidades que presentan las empresas que están impulsando la transición a un futuro con bajas emisiones de carbono. Estas son las empresas que ofrecen los productos, servicios y tecnologías críticas para reducir las emisiones en el futuro.
Pero también está emergiendo otra importante temática de inversión: el concepto de líderes climáticos. Tales empresas pueden pertenecer a cualquier campo, pero lo que tienen en común es su ambición de liderar la industria en el camino de la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
Creemos que las empresas que lideran el proceso de descarbonización deberían ser buenas inversiones, y estos son los motivos:
- Los líderes climáticos deberían tener una ventaja económica. Esto se debe a que el costo de contaminar es cada vez mayor, debido al aumento en el precio de los permisos de carbono y a los impuestos al carbono. El costo de compensar por la contaminación también va en aumento.
- Los líderes climáticos pueden beneficiarse de forma incremental de los “efectos de red”. Estos son los que se dan cuando las empresas que intentan reducir sus emisiones totales buscan proveedores que hagan lo mismo, lo que genera un círculo virtuoso en el que ser un líder climático ayudará a cualquier empresa a crecer.
- Los líderes climáticos deberían ser inversiones de menor riesgo a medida que las acciones gubernamentales y sociales aumentan.
En este artículo, nos centraremos en el aumento en las regulaciones y los juicios en torno a las emisiones y en por qué los líderes climáticos deberían cosechar un beneficio.
Los líderes climáticos minimizan sus riesgos
Los cambios normativos en cuanto a los asuntos ambientales y climáticos abarcan un gran espectro de áreas. Esto es muy evidente en una variedad de recientes leyes y acciones legales:
- Prohibición de plásticos de un solo uso en la Unión Europea
- Eliminación gradual de nuevos automóviles con motor de combustión interna en muchos países de todo el mundo (la prohibición en Noruega ya comienza en 2025)
- Prohibición de calderas de gas en nuevos hogares del Reino Unido a partir del 2025. Varios otros países de la UE tienen normativas similares
- Estados de los EE. UU. llevan a juicio a las empresas petroleras por el cambio climático
- Acciones legales exitosas contra Shell, que la obligan a acelerar la reducción de sus emisiones
Estos ejemplos son apenas una muestra de los riesgos normativos y legales que enfrentan las empresas que siguen generando contaminación y emisiones nocivas.
El riesgo de los activos devaluados ya es especialmente preocupante para las empresas de combustibles fósiles, pero se extenderá cada vez más hacia otros activos de larga trayectoria que no son consistentes con una economía cero neta. Los activos devaluados son activos que terminan valiendo menos de lo esperado como resultado de cambios asociados con la transición energética. Por ejemplo, las empresas podrían descubrir que invierten en activos de producción de crudo que nunca podrán apreciarse, o que deberán cerrarse prematuramente como resultado de leyes de reducción de emisiones.
La industria inmobiliaria es otra que enfrenta riesgos particulares. Además de los riesgos físicos generados por el cambio climático y el aumento del nivel de los océanos, la necesidad de invertir para cumplir con las leyes más estrictas sobre energía y emisiones acortará la vida útil de las propiedades de calidad inferior.
Las industrias del transporte de mercadería y la aviación también tienen activos de larga trayectoria para los cuales las normativas actuales y futuras de descarbonización de la industria probablemente les exijan un nuevo ciclo de inversión y un retiro prematuro de los activos altamente contaminantes.
Estos riesgos pueden ser nocivos para la reputación de una empresa, así como también para sus finanzas. Volkswagen ha buscado reconstruir su reputación desde el escándalo “dieselgate” de 2015 y hoy es uno de los mayores productores de vehículos eléctricos. Ha pagado más de 32.000 millones de euros en adaptaciones, multas y costos legales como resultado del escándalo.
Consideramos que los litigios con bases climáticas son un riesgo creciente para las empresas. Las empresas más vulnerables serán aquellas que contribuyan de forma significativa al cambio climático, o las que no logren gestionar los riesgos que el cambio climático genera para sus negocios, o aquellas que presentan una fachada ecologista a los consumidores que no tiene base fáctica (“greenwashing”).
En 2021, un tribunal holandés dictaminó que los planes de Shell con respecto al cambio climático eran insuficientes y le impuso nuevos objetivos mínimos de reducción de emisiones, lo que aleja la estrategia de la empresa, al menos parcialmente, de las manos de la dirección (y de los accionistas). El Banco de Inglaterra también ha observado recientemente que los casos judiciales sobre consideraciones climáticas se han duplicado a nivel global desde 2015.
La brecha entre las ambiciones corporativas y el cero neto
Ya hemos visto un auge de los compromisos de los países para combatir el cambio climático. Ahora también estamos viendo un aumento de estos compromisos por parte de las empresas, a medida que cada una define sus propias estrategias para descarbonizar sus operaciones y sus cadenas de suministros.
Sin embargo, como se puede ver en el gráfico siguiente, no hay ningún sector en el que la mayoría de las empresas ya hayan adoptado objetivos cero netos. Cero neto implica reducir las emisiones de gases de efecto de invernadero hasta llevarlas lo más cerca posible del cero. Para limitar el calentamiento global a 1,5 °C, según lo indicado en el Acuerdo de París, las emisiones deben reducirse en un 45 % para 2030 y alcanzar el cero neto en 2050.

Las regulaciones necesariamente seguirán aumentando a medida que la necesidad de hacer frente al cambio climático se vuelva cada vez más urgente. Las empresas que no adapten sus negocios e implementen medidas para alcanzar el cero neto corren riesgo de quedar atrás debido a sus productos y tecnologías obsoletas.
En contraste, las que ya han tomado medidas para descarbonizar sus operaciones estarán en una posición mucho mejor a medida que aumenten las regulaciones y el costo de cumplirlas aumente. Creemos que existe un importante potencial de rentabilidad al separar a los líderes climáticos de los rezagados.
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