IN FOCUS6-8 min read

Qué podría significar un nuevo orden mundial para la economía global

La invasión rusa a Ucrania ha abierto líneas de fractura entre las naciones que afectarán las relaciones comerciales y las inversiones en los próximos años.

21/07/2022
Russia_Ukraine_fault_lines

Authors

Keith Wade
Economista jefe y responsable de estrategia

La guerra en Ucrania ya está teniendo un efecto significativo en la inflación y la actividad de la economía mundial, ya que los precios de las materias primas se han disparado y las cadenas de suministro se han visto interrumpidas. La inflación en el G7 superó el 7 % en abril, la más alta de los últimos 40 años, y alcanzará los dos dígitos en algunos países, como el Reino Unido, a finales de este año.

El conflicto también marca un punto de inflexión, ya que desafía los supuestos establecidos sobre el equilibrio del poder geopolítico en la economía mundial. Esto tiene implicaciones para las futuras alianzas, el comercio y la inversión.

Hemos seguido el largo plazo y las fuerzas disruptivas que impulsan el crecimiento mundial en nuestra serie Verdades Ineludibles (Inescapable Truths), en la que nos centramos en el impacto de la política, el cambio climático y la tecnología (vea Cómo ha afectado el Covid-19 a las Verdades Ineludibles). El riesgo geopolítico está subiendo en la agenda y fue citado como uno de los principales riesgos a los que se enfrentarán los inversores en los próximos 12 meses en el Estudio de Inversión Institucional de Schroders (vea Estudio de Inversión Institucional 2022: el riesgo geopolítico y el clima pesan sobre la confianza).

En nuestra opinión, las consecuencias de la invasión rusa a Ucrania repercutirán durante muchos años y actuarán como una fuerza disruptiva más en la economía mundial. En este artículo analizamos cómo la guerra podría conducir a un reajuste de las potencias mundiales, y a una economía mundial más regionalizada con implicaciones para las cadenas de suministro globales y la inflación.

Más allá de la invasión rusa a Ucrania: ¿un nuevo orden mundial?

Comenzamos analizando cómo la guerra puede alterar la geopolítica y luego nos preguntamos cómo se verán afectados los futuros flujos de comercio e inversión a través de los cambios en las cadenas de suministro.

Aunque es claramente importante en los mercados energéticos (vea ¿Cómo afectará la guerra de Ucrania a la transición energética europea?)  Rusia solo representa una pequeña parte (2 %) del comercio internacional. Desempeña un papel relativamente menor en la inversión internacional y en las cadenas globales de suministro o de valor (CGV). A primera vista, el impacto de la guerra y las sanciones no parece ser una amenaza para la globalización en general.

Sin embargo, la invasión de Ucrania ha: A. demostrado el poder de las sanciones y B. abierto una división entre las naciones que se oponen a la guerra y apoyan a Ucrania, y otras que están con Rusia. También existe un gran grupo de países que están adoptando una posición más neutral y que en algún momento pueden verse presionados para elegir un bando.

En efecto, la guerra ha abierto una línea de fractura entre las naciones e influirá en el comportamiento y la inversión en el futuro. Las empresas son ahora más conscientes de los riesgos y costos políticos asociados al comercio y a la inversión extranjera directa (IED).

Una de las primeras lecciones del conflicto de Ucrania ha sido el poder de las sanciones para aislar una economía del sistema financiero mundial. Rusia pensó que estaba bien preparada, pero se encontró con que su caja de campaña de 600.000 millones de dólares de reservas de divisas era ineficaz. El acceso a ellos se ha visto obstaculizado por sanciones como la exclusión del sistema SWIFT, que es fundamental para realizar pagos internacionales.

Además de las protestas de la opinión pública, estas sanciones han obligado a las empresas occidentales a cancelar importantes inversiones en Rusia desde el inicio de la guerra. Las estimaciones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo sugieren que dos tercios del stock de inversión extranjera directa (IED) rusa está en manos de empresas domiciliadas en países de mercados desarrollados (MD) opuestos a la guerra. Las 10 principales participaciones de las empresas multinacionales ascienden a 105.000 millones de dólares, gran parte de los cuales han sido amortizados.

Ignorar los riesgos políticos puede resultar caro, pero identificarlos de antemano nunca es sencillo. Un enfoque es observar cómo votan los países en los foros internacionales. Por ejemplo, la reciente votación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para expulsar a Rusia del Consejo de Derechos Humanos proporciona algunas pistas sobre dónde pueden estar los futuros alineamientos.

Se consiguió la mayoría de dos tercios necesaria para expulsar a Rusia, con un fuerte respaldo de Occidente, especialmente de los 30 países de la OTAN. Sin embargo, hubo algunas abstenciones notables como las de India, Brasil, Sudáfrica, Indonesia, México, Arabia Saudita y otras naciones de Oriente Medio. Por su parte, Rusia, China, Cuba, Corea del Norte, Irán, Siria y Vietnam fueron algunos de los 24 países que votaron en contra.

China y los riesgos de ampliar las sanciones

Está claro que China destaca entre los disidentes. La segunda economía del mundo, representó el 18 % de las exportaciones mundiales de mercancías[1] en 2021, la cifra más alta para un solo país según la Organización Mundial del Comercio (OMC).  China también ha atraído una cantidad considerable de IED, ya que las empresas buscan una exposición directa al mercado chino. En 2021 fue el segundo mayor receptor y la cuarta mayor fuente de IED.

Unidos por la desconfianza en las instituciones occidentales y, en particular, en la OTAN, Rusia y China han formado una alianza que "no tiene límites", lo que indica el alcance de una amplia cooperación. Desde el punto de vista económico, ambos son complementarios, ya que Rusia busca una tecnología más sofisticada y China es muy dependiente de las materias primas. También puede ser posible negociar el yuan chino contra el rublo ruso fuera de SWIFT y libre de sanciones occidentales.

Hasta ahora, China ha sido cuidadosa en lo que dice sobre la crisis de Ucrania y, por el momento, no ha habido una aceleración del comercio con Rusia. Sin embargo, a medida que se desarrolla la amistad, existe el riesgo de que el apoyo o incluso la falta de oposición a Rusia se interprete de forma hostil y acabe atrayendo las sanciones de Occidente.

Un posible factor de conflicto es el mercado energético, donde las ventas de gas y petróleo han sido fundamentales para la financiación del ejército ruso. Como consecuencia de las sanciones, existe un importante descuento en el petróleo ruso, actualmente de 25 dólares/barril (véase el gráfico 1, más abajo), lo que supone un importante ahorro en los costos de la energía y una ventaja competitiva para las economías que estén dispuestas a comprarlo.

Parte de ese descuento se ve mermado por los costos de refinado y seguro, pero con la Unión Europea y los Estados Unidos a punto de embargar el petróleo ruso, se espera que el ahorro en el crudo de los Urales persista. No cabe duda de que el descuento ya ha resultado lo suficientemente atractivo para la India. Se ha convertido en un importante importador de petróleo ruso, aumentando su participación en las exportaciones del país hasta el 18 % desde el 1 % anterior al conflicto de Ucrania. India y China representan ahora cerca de la mitad de las exportaciones rusas de petróleo con destino al mar.

En consecuencia, podemos esperar que aumenten las tensiones y no tardaremos en oír una petición de aranceles u otras medidas para quienes apoyen a Rusia a través del comercio. Esta medida podría considerarse en la misma línea que el plan de la Unión Europea de imponer aranceles al carbono a los productos importados que dependen en gran medida de la quema de combustibles fósiles. El objetivo sería la agresión rusa y no el cambio climático, pero las medidas serían las mismas.

Relaciones de China con Occidente: un acto de equilibrio

Sin embargo, antes de avanzar demasiado por este camino, debemos recordar que China intentará alcanzar un equilibrio. La prosperidad de China se basa en el comercio internacional, principalmente con Occidente. La ruta comercial entre los Estados Unidos y China sigue siendo la más transitada del mundo y el aumento del comercio con Rusia no puede compensar la posible pérdida de negocio de Estados Unidos o la Unión Europea.

Mientras tanto, Occidente es muy consciente de que el crecimiento del comercio con China ha sido uno de los principales motores de la globalización. El aumento de la oferta de productos chinos de bajo costo ha desempeñado un papel fundamental en la contención de la inflación (vea el gráfico 2, a continuación, para ver la relación con las ventas al por menor en los Estados Unidos) y, al aumentar la oferta mundial de mano de obra, ha presionado a la baja los costos salariales en los mercados desarrollados.

Si Occidente ampliara las sanciones a las naciones que se considera que apoyan a Rusia y prolongan el conflicto en Ucrania, el crecimiento mundial se debilitaría al ralentizarse el comercio internacional. China se vería muy afectada y tendría dificultades para contrarrestar la pérdida de comercio con los Estados Unidos y Europa. Sin embargo, el impacto también se sentiría en Occidente a través de una inflación global más rápida y una crisis del costo de la vida aún mayor.

Este resultado de estancamiento significa que es probable que prevalezcan los intereses mutuos en el sistema comercial mundial y que ambas partes actúen con cautela para evitar una escalada de las tensiones en torno a Rusia.

Otro golpe a la globalización  

No obstante, el conflicto de Ucrania sienta claramente las bases para un aumento de la tensión geopolítica a medida que surge un nuevo orden mundial. En este sentido, los riesgos han aumentado y, por tanto, asestan otro golpe al modelo globalizado de cadenas de suministro ampliadas. A la hora de decidir dónde ubicar la producción, las empresas multinacionales sopesarán el riesgo de resultados políticos adversos frente a los beneficios de unas operaciones más eficientes.

Ese modelo, por supuesto, ya ha sufrido las tensiones del Brexit, las guerras comerciales de los Estados Unidos con China y la pandemia del Covid-19. 

Esto último puso de manifiesto la debilidad de las cadenas de suministro lejanas y sigue siendo un problema, ya que la política china de Covid cero sigue retrasando las entregas. La guerra comercial entre Estados Unidos y China también ha inyectado cierta cautela. Los aranceles y las restricciones a la tecnología han aumentado de tal manera que la IED en China se ha ralentizado. En el caso del Reino Unido, el Brexit ha provocado importantes trastornos en las cadenas de suministro, ya que las empresas internacionales se enfrentan a las complejidades de la producción de bienes en diferentes jurisdicciones comerciales. Mientras tanto, el cambio climático actúa como una amenaza continua en el fondo con el potencial de interrumpir las rutas de suministro y las instalaciones de producción.

No es de extrañar que el "por si acaso" esté sustituyendo al "justo a tiempo" como principio rector de las empresas que quieren hacer más resistentes sus cadenas de suministro.

Opciones para el comercio futuro

Esto presenta varias opciones. Es posible que veamos un aumento de los flujos de capital hacia otros países "amigos" de menor riesgo como lugares alternativos para la IED. Las empresas pueden tener más existencias, puede haber más internalización de la producción en el extranjero, o simplemente menos producción, ya que los riesgos adicionales disuaden de la expansión.  

>Aumento de la IED a países de menor riesgo

>Las empresas tienen más existencias

>Más internalización de la producción en el extranjero

>Menos inversión, menos producción

La primera de estas opciones sería preferible desde el punto de vista económico, ya que mantendría el comercio mundial, aunque sobre una base más regional. Las estimaciones del McKinsey Global Institute sugieren que entre el 15 % y el 25 % del comercio mundial de mercancías podría trasladarse a otros países en los próximos cinco años. El resultado sería que un conjunto más amplio de países participaría en las CGV en los próximos años. Nuestro anterior análisis sobre la desvinculación entre los Estados Unidos y China también ofrece algunos escenarios (vea ¿Qué significa la desvinculación entre los Estados Unidos y China para los mercados emergentes?).

Junto a esto, es probable que veamos una simplificación de los procesos de producción, como ha quedado de manifiesto en la reducción de los chips semiconductores en la industria automovilística, y una mayor estandarización, de modo que los insumos puedan obtenerse de un grupo más amplio de proveedores.

El resultado puede ser una desviación de la asignación óptima de capital, pero las pérdidas de eficiencia se minimizarían. En efecto, las cadenas de suministro podrían simplificarse y diversificarse, un resultado aceptable tanto para los economistas como para los gestores de riesgos.

Aumentar las existencias, la segunda opción posible, es probablemente la más obvia: inyectar existencias de reserva en la cadena de suministro. Esto supondría una inversión del modelo más eficiente "justo a tiempo", que ayudó a impulsar un descenso significativo de la relación entre existencias y ventas en la primera década del siglo. Estos descensos se produjeron entre el ascenso de China a la OMC y la crisis financiera global (CFG). 

Sin embargo, a juzgar por las tendencias recientes en los Estados Unidos, en los últimos años y antes del Covid ya se ha producido un cierto aumento de la relación entre existencias y ventas (vea el gráfico 3, más abajo). Puede que esto no refleje el panorama internacional más amplio, pero podría atribuirse a las bajas tasas de interés tras la CFG, que reducen el costo de la financiación de las existencias.

De cara al futuro, es probable que las existencias aumenten debido a su baja posición cíclica y a que las empresas opten por mantener más acciones a largo plazo para protegerse de las perturbaciones, pero el aumento de las tasas de interés puede atenuar esta medida.

La tercera opción, consistente en una mayor deslocalización mediante el traslado de las cadenas de suministro a casa, impulsaría la actividad nacional, pero representa claramente un retroceso de la globalización. La cadena de suministro puede ser más robusta y resistente a las crisis mundiales, pero la seguridad tiene un precio. Por ejemplo, trasladar la producción de Asia a Europa puede resultar caro. Aunque la relación entre los salarios de los trabajadores en los Estados Unidos en comparación con los de China se ha reducido desde más de 30 en el año 2000, todavía era cinco veces en 2018 (las últimas cifras disponibles).

El aumento de los costos de transporte (envío y combustible) ayuda a compensarlo, pero el aumento de los costos de la mano de obra significa que el aumento de la internalización vendrá acompañado de una mayor inversión en robótica e inteligencia artificial (IA). Se necesitará una mayor productividad para seguir siendo competitivos. Uno de nuestros temas a largo plazo o Verdades Ineludibles (el cambio tecnológico acelerado) se verá reforzado por la búsqueda de cadenas de suministro más resistentes.

El cuarto resultado, menos inversión, es el peor, ya que simplemente significaría menos comercio, un crecimiento más débil y menores ingresos.

En la práctica, es probable que veamos una mezcla de las cuatro opciones: diversificación de las cadenas de suministro hacia países "más seguros", más existencias e internalización y cierta retirada del comercio internacional.

Estanflación al aumentar la prima de riesgo de la globalización 

¿Qué significa esto para los inversores? Las repercusiones de la guerra de Rusia con Ucrania apuntan a un nuevo alineamiento de las naciones. Es probable que las tensiones por la guerra conduzcan a una economía mundial más fragmentada o regionalizada.

En términos macroeconómicos, esto significa menos eficiencia, mayores costos y un crecimiento más lento, es decir, más estanflación. La oferta mundial se verá más alterada y, en este sentido, la inflación será más difícil de controlar. El reto para los bancos centrales de mantener la inflación en el objetivo será mayor, lo que hará que las tasas de interés sean más altas y volátiles.

Habrá puntos positivos, ya que la búsqueda de una mayor seguridad de suministro debería fomentar una mayor adopción de la tecnología. Las empresas tendrán que contrarrestar el aumento de los costos mediante una mayor productividad. Los salarios deberían ser más fuertes como resultado, aunque el crecimiento global del empleo sería menor, especialmente en los mercados emergentes.

La guerra en Ucrania intensificará la atención sobre los riesgos de la globalización y eleva la geopolítica a la agenda de las empresas y los inversores.  El comercio y la inversión ayudan a unir a los países, pero cuando se separan los costos son significativos.

[1] China plus HK, China (OMC)

 

Authors

Keith Wade
Economista jefe y responsable de estrategia

Temáticas

Schroder Investment Management S.A. (SIM SA)

Cualquier referencia dada se incluye únicamente con fines ilustrativos y no constituye una recomendación para invertir en el título valor/sector/país arriba mencionado.

Reservados todos los derechos en todos los países