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    Por qué la preocupación en torno a Argentina no debería desmerecer nuestra opinión a favor de la deuda emergente

    La reciente intensificación de los riesgos en Argentina —y en otras economías emergentes— ha agitado el espectro de una crisis cambiaria «típica» del universo emergente. Dada la mejora que han protagonizado los fundamentales durante los últimos años, ¿siguen existiendo oportunidades en la deuda emergente?

    11/06/2018
    Aregentina-snow-capped-mountains

    La reciente intensificación de los riesgos en Argentina, el aumento de una inflación ya en niveles elevados, la debilidad de la divisa y la inquietud en torno a las finanzas y la política monetaria del país reúnen todas las características de una crisis típica de la esfera emergente.

    Otras economías emergentes, principalmente Turquía y, en cierta medida, Indonesia, están padeciendo problemas similares. Estos acontecimientos se oponen a la tendencia a largo plazo de mejora de los fundamentales de las economías emergentes, e incluso quizás la ponen en entredicho.

    Mientras el peso argentino cayó un 20% frente al dólar en mayo, la lira turca se desplomó y alcanzó mínimos históricos frente al billete verde. En los últimos meses, hemos escuchado al presidente Erdogan comentar sobre la política monetaria de forma un tanto desafortunada —por ejemplo, al afirmar que el banco central debería rebajar los tipos de interés para aplacar la inflación—, lo que ha contribuido a la depreciación de la lira.

    Indonesia, considerada en el pasado una economía vulnerable a los envites externos, también registró una depreciación de su divisa, aunque su balanza por cuenta corriente ha mejorado notablemente en los últimos años y se espera que la institución monetaria suba los tipos. Su actual tasa de crecimiento anualizada, del 5%, muy por encima de las medias mundiales, ha resultado decepcionante para algunos.

    Estas situaciones concretas están generando una gran preocupación e incertidumbre, pero, en los últimos años, los mercados emergentes han aumentado su resistencia a las perturbaciones externas mediante medidas y reformas destinadas a su recuperación. En la mayoría de los mercados emergentes se han eliminado los controles cambiarios, las políticas monetarias «ortodoxas» y la independencia de los bancos centrales son más habituales, los balances financieros han mejorado y las reservas de divisas se han fortalecido. La imagen de unos países emergentes constantemente debilitados por la inflación y las crisis cambiarias parecía haber quedado relegada al pasado.

    ¿Hemos vuelto a la situación inicial?

    El impago de la deuda argentina en 2001 sigue siendo uno de los acontecimientos más sonados de la historia financiera reciente, aunque, en los últimos tiempos, el país parecía haberse adentrado en una senda positiva.

    La elección del presidente Mauricio Macri en 2015, con una campaña que prometía reformas favorables al mercado y el sector privado, se consideró un posible cambio de rumbo. Su victoria puso fin a varias décadas de gobiernos peronistas —que tomaron su nombre del que fuera tres veces presidente del país, Juan Perón—, percibidos ampliamente como malos gestores de la economía y causantes de la elevada inflación.

    Entre los éxitos de Macri, destaca el acuerdo para pagar a los acreedores que no participaron en la reestructuración de la deuda en 2001, lo que permitió que el país pudiera volver a emitir deuda. Su primera emisión tras el acuerdo, en abril de 2016, fue la mayor emisión de deuda pública emergente hasta la fecha en aquel momento y recaudó 16.000 millones de dólares. En las emisiones posteriores, se incluyó un bono a cien años: una clara reivindicación de la mejora del país.

    Macri eliminó los controles cambiarios y las restricciones sobre las importaciones y exportaciones y recortó el impuesto de sociedades hasta el 30%. Sin embargo, también eliminó las subvenciones para los suministros y los servicios públicos, lo que se tradujo en un aumento de los precios que probablemente contribuyó a la caída del índice de aprobación del presidente.

    En diciembre, el banco central disminuyó su objetivo de reducción de la inflación del 12% al 15%. Esto desencadenó ventas masivas en el peso y generó sospechas de que el banco central actuó influenciado por el Gobierno.

    Después de que la subida de los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense diese lugar a una apreciación del dólar —enemigo histórico de los mercados emergentes—, la incipiente preocupación se disparó y el peso se depreció un 20% frente al billete verde en mayo.

    Un viaje tranquilo interrumpido por turbulencias

    La última vez que se dio una volatilidad de esta magnitud en los mercados emergentes fue durante la fase de incertidumbre provocada por la retirada de estímulos monetarios («taper tantrum») en 2013, cuando la Reserva Federal anunció la reducción de su programa de compra de activos. Durante este repunte de la volatilidad presenciamos cómo se acuñaba el apelativo de «los cinco frágiles» para referirse a un grupo de economías emergentes —incluidas Indonesia y Turquía— con déficits financieros y divisas vulnerables. Las economías emergentes han progresado desde entonces y mantienen una trayectoria positiva.

    Durante la reciente reactivación económica, los mercados emergentes han desarrollado unos colchones más sólidos para hacer frente a turbulencias acumulando reservas de divisas y mejorando sus balanzas por cuenta corriente (el equilibrio entre importaciones y exportaciones). La de Indonesia prácticamente se ha reducido a la mitad desde 2013, si bien aún se sitúa en terreno negativo. Brasil, después de que su balanza por cuenta corriente alcanzara un mínimo histórico a finales de 2014, se encuentra casi en el punto de equilibrio.

    Estos países también han respondido de forma más coordinada y ortodoxa ante los temores actuales. El Banco Central de la República Argentina ha subido sus tipos rápidamente y el Gobierno se ha asegurado el apoyo del Fondo Monetario Internacional (FMI).

    También se espera que el banco central de Indonesia suba sus tipos para apuntalar la moneda. Y, lo que resulta más relevante, el Banco Central de la República de Turquía, tras un periodo de intervenciones en la política monetaria por parte del presidente Erdogan, consiguió frenar el desplome de la lira anunciando una postura más restrictiva y prometiendo la simplificación de su sistema de tipos de interés.

    La mención a valores, sectores, regiones y/o países se realiza únicamente con fines ilustrativos y no debe considerarse una recomendación para comprar o vender.

    La perspectiva de nuestros expertos

    Michael Scott, gestor de fondos de renta fija europea:

    «La actual intensificación de la volatilidad se circunscribe a situaciones específicas provocadas por riesgos concretos de ciertos países a escala individual. Por tanto, no creemos que se esté fraguando un problema sistémico.

    En general, los fundamentales positivos y las dinámicas favorables que nos han llevado a tomar posiciones tanto en deuda pública como en corporativa de los mercados emergentes durante los últimos años, en especial de los países latinoamericanos, siguen vigentes.

    Además, estos países cuentan con una idiosincrasia propia y se encuentran en fases distintas del ciclo económico, lo que hace que sean de gran utilidad desde el punto de vista de la estructuración de carteras. Estos países se están alejando de su antigua imagen de fuente de recursos y productores y exportadores de bajo coste, ya que el sector de servicios y de consumo constituye un componente de mayor relevancia en sus economías, lo que representa otra tendencia alentadora».

    James Barrineau, corresponsable de estrategia relativa en deuda emergente:

    «La apreciación del dólar nunca es favorable para los mercados emergentes, pero Argentina, Turquía e Indonesia han reaccionado rápidamente. No han malgastado sus reservas para defender sus divisas y, tal y como presenciamos entre 2014 y 2016, una moneda más competitiva puede fomentar un mayor crecimiento económico una vez se disipa la incertidumbre».

    Información Importante: El presente documento ha sido redactado con una finalidad exclusivamente informativa. Su contenido no constituye una oferta de compra o venta de ningún instrumento o título financiero, ni una sugerencia para adoptar ninguna estrategia de inversión. La información contenida en el presente no constituye un asesoramiento, una recomendación o un análisis de inversión y no tiene en cuenta las circunstancias específicas de ningún destinatario. Este material no constituye una recomendación contable, jurídica o tributaria y no debe ser tenido en cuenta a tales efectos. Se considera que la información contenida en este documento es fiable, pero Schroders no garantiza su exhaustividad o exactitud. La compañía no se responsabiliza de los errores de hecho u opiniones. No se debe tomar como referencia la información y opiniones contenidas en este documento a la hora de tomas decisiones estratégicas o decisiones personales de inversión. La rentabilidad registrada en el pasado no es un indicador fiable de los resultados futuros. El precio de las acciones y los ingresos derivados de las mismas pueden tanto subir como bajar y los inversores pueden no recuperar el importe original invertido. Schroders ha expresado sus propios puntos de vista y opinions en de este documento y estos pueden cambiar. Publicado por Schroder Investment Management Limited, Sucursal en España, c/ Pinar 7 – 4ª planta. 28006 Madrid – España. Registrada en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), con el número 6.

     

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