Cómo aumentar la solidez de las carteras: por qué debemos cambiar el enfoque
Los cambios estructurales en los mercados financieros requieren de una combinación diferente de clases de activos para obtener rentabilidades estables.
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Durante décadas, las estrategias de diversificación se centraron en las dos clases de activos tradicionales: acciones y bonos. El uso de estos activos evolucionó significativamente, pero siguieron siendo los pilares fundamentales sobre los que se construían las carteras. Esta estrategia solo funciona si se dan dos factores críticos: una baja correlación entre las dos clases de activos y una volatilidad limitada de los bonos, dada la dependencia de estos como fuente de estabilidad. Entre otros cambios estructurales del mercado, estos dos factores ya no se dan.
Como resultado, este enfoque simplificado de la construcción de carteras, basado en supuestos sobre las clases de activos que ya no son válidos, ha llegado a su fin. Para crear consistencia en las carteras se requiere un nuevo enfoque y una nueva combinación de activos.
Asignación de activos: qué funcionó en el pasado y por qué ya no funciona
En el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial, en el que primaba la seguridad, los inversores consideraban que la preservación del capital era su máxima prioridad, por lo que las carteras se inclinaban en gran medida hacia los valores de renta fija.
A medida que el crecimiento a largo plazo que podían ofrecer las acciones se hizo cada vez más evidente en las décadas siguientes, surgió el enfoque 60/40 para diversificar las carteras. En las carteras 60/40, aunque los inversores buscaban maximizar las ganancias a largo plazo asignando un 60% a las acciones, mantenían el 40% de las carteras invertido en renta fija para lograr la estabilidad. Algunos inversores incluso buscaron exposiciones superiores al 100% de sus carteras mediante el uso del apalancamiento.
A finales de la década de 1980, muchas grandes instituciones comenzaron a añadir inversiones alternativas, incluidos los mercados privados, a sus asignaciones. A principios de la década de 2000, la asignación a «alternativos» entre los grandes inversores institucionales variaba entre el 15% y el 20%.
Sin embargo, para la mayoría de los inversores particulares, los pequeños inversores institucionales y muchos planes de jubilación de contribución definida, la cartera 60/40 seguía siendo el enfoque de diversificación más fiable. Los mercados ayudaron: desde mediados de la década de 1990 hasta 2021, la baja correlación, a menudo negativa, entre las acciones y los bonos contribuyó a la eficacia del enfoque 60/40.
Los últimos años han desbaratado esas expectativas. Desde 2022, los mercados globales de bonos han sido mucho más volátiles (gráfico 1), lo que ha hecho que los bonos sean una fuente de rentabilidad menos fiable (gráfico 2).
Desde 2022, los bonos han mostrado niveles de volatilidad mucho más altos
Fuente: Bloomberg, Robert Shiller, Schroders, LSEG Datastream. A 11 de julio de 2025. Las rentabilidades pasadas no son indicativas de resultados futuros.
Con la reciente volatilidad, los bonos tuvieron dificultades para ofrecer rentabilidades estables
Fuente: Índice Global Government Bond. Bloomberg, Robert Shiller, Schroders, LSEG Datastream. 31 de diciembre de 1990 = 100. A 11 de julio de 2025. Las rentabilidades pasadas no son indicativas de resultados futuros.
La correlación entre las rentabilidades de los bonos y las acciones aumentó significativamente tras la pandemia de la COVID-19 debido a una combinación de factores que afectaron negativamente a ambos mercados, entre ellos el repunte de la inflación impulsado por los problemas en las cadenas de suministro, el aumento de los tipos de interés, la subida de los precios de las materias primas y la inestabilidad geopolítica (gráfico 3). La correlación se ha mantenido en niveles elevados desde entonces.
Como resultado de todo ello, las carteras 60/40 experimentaron rentabilidades muy negativas, como ejemplificamos más abajo en una cartera centrada en Estados Unidos. Con su exposición al índice S&P 500 y a los bonos del Tesoro estadounidense, la cartera 60/40 cayó casi un 18% en 2023, registrando su peor año desde 1937.1
Las correlaciones entre las acciones y los bonos se han vuelto muy positivas
Fuente: Robert Shiller, Schroders, LSEG Datastream. Las rentabilidades de la renta variable se representan mediante las rentabilidades del índice S&P 500; los de la renta fija, mediante los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años. A 11 de julio de 2025. Las rentabilidades pasadas no son indicativas de los resultados futuros.
Reconocer los cambios estructurales externos...
Para entender por qué las viejas hipótesis ya no funcionan, es importante tener en cuenta cómo ha cambiado el entorno y si las circunstancias actuales persistirán. Identificamos varias tendencias a largo plazo y las condiciones de mercado resultantes que, en nuestra opinión, se prolongarán hasta 2026 y más allá.
Aumento de la deuda pública
Los niveles de deuda pública siguen aumentando, especialmente en las economías desarrolladas. Los políticos se han mostrado reacios a abordar los problemas subyacentes, lo que ha generado incertidumbre en los mercados de bonos que antes se consideraban solventes.
Envejecimiento de la población
En la mayoría de los mercados desarrollados y en varios mercados emergentes, el envejecimiento de la población provoca una reducción de la población activa y es probable que agrave los problemas de deuda pública.
Los tipos de interés se mantendrán altos
Incluso sin las propuestas arancelarias estadounidenses potencialmente inflacionistas presentadas por la administración Trump, varios factores parecen destinados a mantener la inflación en niveles elevados. Entre ellos se encuentran la escasez de mano de obra, las persistentes restricciones en la cadena de suministro, la desglobalización en curso y los costes a largo plazo asociados a la descarbonización. El periodo de tipos de interés cercanos a cero ha quedado definitivamente atrás.
… y analizando lo que significan para los mercados financieros
Los años relativamente benignos que siguieron a la crisis financiera de 2008-2009, cuando las acciones se dispararon en un contexto de tipos de interés cercanos a cero y baja inflación, han llegado a su fin.
El menor crecimiento y la inflación persistente suscitan preocupación tanto en los mercados de bonos como en los de acciones y apuntan a una volatilidad cada vez mayor. Junto con esta volatilidad, es probable que la correlación entre las acciones y los bonos siga siendo alta.
En este nuevo escenario, aunque los bonos pueden ser menos útiles como diversificadores, el retorno de unos rendimientos más altos los convierte en fuentes de ingresos potencialmente atractivas.
Los cambios en la composición del mercado también son un factor a tener en cuenta, y significa que los inversores deben buscar una gama más amplia de activos para satisfacer sus necesidades. El universo de acciones que cotizan en los principales mercados bursátiles públicos del mundo sigue reduciéndose. Cada vez son más las empresas que obtienen financiación a través de canales del mercado privado. Actualmente, el private equity y la deuda privada conforman un mercado combinado de 13 billones de dólares, frente al menos de 1 billón de dólares de hace dos décadas.
Dentro del ámbito de las acciones cotizadas, la composición del mercado también ha cambiado. En el periodo posterior a la crisis financiera las acciones estadounidenses de gran capitalización dominaban los índices globales. A principios de 2025, las acciones estadounidenses representaban más del 70% del índice MSCI World, y gran parte de este dominio se debía a menos de 10 acciones.
Encontrar un nuevo enfoque de cartera para una realidad diferente
Estas circunstancias cambiantes exigen una nueva estrategia para construir carteras sólidas. En nuestra opinión, este enfoque debe basarse en tres principios fundamentales.
- Ingresos: el papel de los bonos cambia.
Los bonos siguen desempeñando un papel crucial en las carteras, pero su rol ha cambiado. Ya no se puede contar con ellos para proteger contra las caídas en mercados de renta variable volátiles. Ahora, los bonos deben considerarse principalmente como un activo generador de ingresos, junto con otras fuentes de ingresos. - La gestión activa es fundamental.
La amplia exposición al mercado que ofrecen las estrategias pasivas ya no es un enfoque acertado. Durante los periodos de mayor incertidumbre, aumenta la dispersión de las rentabilidades dentro de las clases de activos. Y solo los gestores activos pueden diferenciar entre los valores y sectores con un potencial de rentabilidad prometedor y aquellos cuyo potencial alcista podría ser muy limitado. - Mayor diversificación tanto en los mercados públicos como en los privados.
Es esencial incorporar clases de activos alternativos tanto en los mercados públicos como en los privados. Los mercados de renta variable y renta fija suelen verse influidos por los mismos factores que determinan la rentabilidad. Por el contrario, las inversiones alternativas —como las materias primas, los hedge funds, el private equity y la deuda privada— pueden proporcionar una valiosa diversificación, ya que los factores que determinan su renabilidad son muy diferentes. Lo mismo ocurre con las alternativas de crédito más allá de los mercados de deuda tradicionales de bonos gubernamentales y corporativos. Una amplia gama de clases de activos alternativos y no tradicionales puede proporcionar grados de diversificación que no son posibles si uno se centra exclusivamente en las inversiones tradicionales.
Ingresos: cambia el papel de los bonos
Aunque históricamente los bonos han funcionado como diversificadores dentro de las carteras, ahora vemos, por las razones expuestas anteriormente, un retorno a su función principal como generadores de ingresos.
Sin embargo, incluso en esa función, requieren de una selección y gestión cuidadosas. Las rentabilidades pueden ser altas hoy en día en comparación con gran parte del período posterior a la crisis financiera, pero ¿son lo suficientemente altas como para compensar la volatilidad de los bonos? En muchos casos, todavía no.
Tras 30 años de mercado alcista de bonos, es posible que tengamos que prepararnos para un mercado bajista prolongado. Dentro de ese contexto, por supuesto, surgirán algunas oportunidades de ingresos muy atractivas. Hoy en día estamos viendo algunas de ellas en los bonos de corta duración, por ejemplo.
Con esta volatilidad de los bonos como telón de fondo, quienes buscan ingresos deben recurrir también a otros activos. La deuda privada, en sus diversas formas, ofrece una fuente de ingresos alternativa, estable y no correlacionada. Estos préstamos suelen tener una estructura de tipo variable, lo que significa que los ingresos que generan pueden variar en función de un tipo de referencia. Como resultado, la deuda privada suele ser mucho menos sensible a las variaciones de los tipos de interés que la deuda pública de tipo fijo.
Los títulos respaldados por hipotecas (MBS por sus siglas en inglés) también suelen comportarse bien en condiciones adversas para otros tipos de bonos, como los entornos de subida de tipos. Los MBS pueden resultar atractivos en un mercado de subida de tipos, ya que es posible que menos consumidores decidan refinanciar sus hipotecas a medida que suben los tipos hipotecarios, lo que estabiliza el flujo de caja que generan estos títulos (ver el gráfico siguiente).
Los valores respaldados por hipotecas obtuvieron mejores resultados en la mayoría de ocasiones en las que subieron los tipos.
Fuente: Bloomberg, análisis de los periodos de subida de tipos que se han producido desde 1993. Los resultados pasados no son indicativos de los resultados futuros.
La gestión activa es fundamental
Los cambios que se han producido en el mercado de valores han generado una mayor dispersión de las rentabilidades, lo que favorece a los gestores activos. Históricamente, los mercados de valores públicos han atravesado ciclos en los que los factores clave que impulsan las rentabilidades oscilan entre factores macro y micro.
En algunos mercados, las condiciones macroeconómicas —como la tasa de crecimiento económico, los tipos de interés y la facilidad de acceso al capital— tienen un impacto mayor de lo habitual en la rentabilidad del mercado de valores. Las estrategias pasivas que proporcionan una amplia exposición al mercado pueden funcionar bien en tales condiciones.
Por ejemplo, después de que la economía global saliera de la crisis financiera de 2008-2009, los factores macroeconómicos tuvieron durante muchos años (con algunas excepciones notables en años concretos) un impacto considerable en la rentabilidad de la renta variable, ya que muchas empresas y sectores se beneficiaron de la recuperación económica mundial (ver el siguiente gráfico).
Aunque los factores microeconómicos suelen ser los que más influyen en la rentabilidad de las acciones, el impacto de los factores macroeconómicos ha ido aumentando y disminuyendo con el tiempo.
Fuente: Goldman Sachs, Schroders, LSEG Datastream, 11 de julio de 2025. La rentabilidad pasada no es indicativa de resultados futuros.
Los gestores activos que pueden invertir más en las empresas y sectores que destacan en un clima macroeconómico concreto pueden seguir generando rentabilidades superiores para los inversores durante estos periodos.
En otras ocasiones, los factores microeconómicos —las circunstancias de empresas individuales y sectores concretos— tienen un impacto mucho mayor en la rentabilidad general del mercado bursátil. En estos momentos, los gestores activos que se centran en comprender esos factores microeconómicos tienen aún más oportunidades de superar a las estrategias pasivas.
Cuando los fundamentales de las empresas y los sectores tienen una mayor influencia en la rentabilidad de la renta variable que los factores macroeconómicos generales, la rentabilidad en todo el mercado de valores puede dispersarse mucho más. Quizás no sea sorprendente que estos periodos se produzcan a menudo cuando existe una mayor incertidumbre sobre la economía y los mercados financieros.
La dispersión de las rentabilidades de la renta variable aumenta en períodos de incertidumbre
Fuente: Goldman Sachs, Schroders, LSEG Datastream, 11 de julio de 2025. La rentabilidad pasada no es indicativa de resultados futuros.
Hoy en día existe una considerable incertidumbre. El aumento de las tensiones geopolíticas y la fragmentación de las alianzas comerciales y políticas ya se estaban produciendo incluso antes de que la administración del presidente Trump anunciara la serie de aranceles que sacudieron los mercados en abril de 2025.
Aunque la inflación ha bajado desde los máximos que alcanzó tras la pandemia, se mantiene en niveles que han impedido a los bancos centrales relajar la política monetaria mediante recortes significativos de los tipos de interés. Es probable que los bancos centrales tengan que mantener su equilibrio entre fomentar el crecimiento y frenar la inflación.
Vemos motivos para que continúe aumentando la dispersión de las rentabilidades. Estas son condiciones en las que los gestores activos pueden destacar y demostrar, incluso más de lo habitual, el valor que pueden aportar a los inversores. La inteligencia artificial (IA), que afecta a todos los sectores, es otro factor externo que podría amplificar la dispersión de las rentabilidades. Esto se debe a que algunas empresas aprovecharán y utilizarán la IA de forma mucho más eficaz y rentable que otras. Los gestores activos pueden identificar las empresas que sacan el máximo partido a las capacidades que pueden aportar los avances en IA.
Mayor diversificación tanto en los mercados públicos como en los privados
Las inversiones alternativas han obtenido buenos resultados en mercados volátiles y difíciles. Precisamente porque tienen factores de rentabilidad y exposiciones al riesgo muy diferentes, las clases de activos dentro de inversiones alternativas han obtenido buenos resultados en períodos de mayor turbulencia para los mercados públicos de renta variable y deuda.
Los activos de infraestructura renovable, como los parques eólicos y solares, pueden seguir proporcionando ingresos y rentabilidades totales atractivos incluso en períodos difíciles para la deuda pública, como el aumento de la inflación y las tasas de interés. Muchos proyectos de energía renovable operan bajo contratos a largo plazo respaldados por el gobierno o acuerdos de compra de energía (PPAs por sus siglas en inglés) que proporcionan flujos de efectivo estables y predecibles. Estos contratos también suelen incluir mecanismos de protección contra la inflación, lo que permite que las rentabilidades aumenten incluso cuando la inflación se dispara.
Las materias primas como el oro han proporcionado una valiosa diversificación en períodos de mayor incertidumbre, ya que en esos momentos la gente busca la seguridad de poseer activos tangibles y sólidos. Por esa razón, las materias primas pueden proporcionar una cobertura cuando la inflación es alta y los mercados y las divisas son volátiles.
El private equity ha demostrado una resistencia especial durante las grandes crisis de los últimos 25 años. En los turbulentos mercados que se produjeron durante este período, que incluyeron la crisis dot.com de 2001-2003, la crisis financiera mundial de 2008-2009 y la pandemia de Covid-19, el capital privado superó al capital público (medido por el índice MSCI All Country World) y también mostró una volatilidad significativamente menor.
Desde 1998, la rentabilidad superior de las acciones privadas frente a las públicas se duplicó durante los periodos de crisis.
Fuente: MSCI (Burgiss), Schroders Capital. El índice MSCI Burgiss Global Private Equity Funds es un índice ponderado por capitalización que incluye fondos de adquisición, capital riesgo y crecimiento. Las cifras de rendimiento se basan en los rendimientos ponderados por tiempo trimestrales agrupados en dólares, netos de todas las comisiones a los socios comanditarios. El rendimiento simulado sin crisis supone la exclusión de los periodos con perturbaciones en el mercado. La tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) se calcula sobre un periodo efectivo más corto para reflejar la eliminación de estos periodos. La rentabilidad pasada no es indicativa de resultados futuros.
La deuda privada, como se ha indicado anteriormente en relación con las alternativas a los bonos, puede proporcionar ingresos estables y no correlacionados.
Los valores vinculados a seguros, como los bonos catástrofe, son un diversificador especialmente atractivo dentro del universo de la deuda privada. Los bonos catástrofe o «cat bonds», en inglés, ofrecen una prima de riesgo basada en su exposición a eventos asegurables como huracanes, terremotos u otros desastres naturales. Los ciclos de tipos de interés y crédito, que tienen una influencia tan importante en la deuda pública y los bonos corporativos, tienen poco impacto en los bonos catástrofe. En cambio, sus retornos dependen principalmente de la frecuencia de los desastres naturales y de cómo las aseguradoras valoran la protección contra estos eventos. Los bonos catástrofe y otros valores vinculados a seguros pueden, por lo tanto, servir de cobertura frente a las turbulencias de los mercados tradicionales, al tiempo que proporcionan una fuente de ingresos totalmente diferenciada.
Las ventajas de la diversificación que ofrecen los valores vinculados a seguros, como los bonos catástrofe, se mantuvieron durante los periodos de mayor volatilidad del mercado.
Fuente: (izquierda) LSEG Datastream, 13 de marzo de 2025. (derecha) Schroders Capital, Bloomberg, rentabilidades mensuales desde el 1 de enero de 2002 hasta el 31 de enero de 2025 en USD. Bonos catastróficos: Swiss Re Global Cat Bond TR Index, Renta variable global desarrollada: MSCI World, Bonos de alto rendimiento: BofA Merrill Lynch Global High Yield Index, Deuda de mercados emergentes: JP Morgan EMBI+, Materias primas: S&P GSCI, Bonos con grado de inversión: Bloomberg US Corporate Bond Index, Bonos del Tesoro de EE. UU.: BofA Merrill Lynch US Treasury, Fondos de cobertura: Credit Suisse Hedge Fund Index. Las rentabilidades pasadas no son indicativas de los resultados futuros.
Los fondos de cobertura o hedge funds han sido valorados durante mucho tiempo por su flexibilidad y su potencial de generar rentabilidades en diferentes ciclos del mercado. Mediante el empleo de una serie de estrategias, entre las que se incluyen las posiciones largas/cortas en renta variable, las estrategias neutrales al mercado y las multi-estrategias, los fondos de cobertura pueden tratar de obtener beneficios tanto en mercados alcistas como bajistas, en parte gracias a la protección frente a las caídas que ofrecen las posiciones cortas. Su enfoque dinámico y su gestión activa del riesgo pueden convertirlos en una herramienta valiosa para navegar por la volatilidad y proteger el capital cuando los activos tradicionales se ven sometidos a presión.
Una advertencia importante: los mercados privados son menos líquidos
En los mercados públicos, los inversores pueden retirar la totalidad o una parte de sus inversiones en cualquier día hábil. Las inversiones en mercados privados suelen ofrecer menos oportunidades para que los inversores ejerzan su derecho a vender. Antes de incluir los mercados privados en su cartera, los inversores deben considerar cuánta iliquidez pueden tolerar.
Conclusión: la gestión activa y los activos alternativos probablemente sean soluciones clave para los problemas críticos actuales
¿Cuál es la combinación óptima de cartera más adecuada para los mercados actuales y futuros? Creemos que los inversores deben abordar el siguiente reto: la volatilidad de los mercados públicos continuará y la correlación entre los mercados públicos de renta variable y renta fija seguirá siendo alta.
Las guerras comerciales, el recrudecimiento de los conflictos geopolíticos, el crecimiento económico más moderado, la inflación persistente, los tipos de interés elevados, los costes de la descarbonización y la posible incertidumbre sobre cómo se desarrollará la revolución de la inteligencia artificial probablemente mantendrán tanto los mercados de renta variable como los de renta fija en un estado de elevada volatilidad.
¿Y la solución? Probablemente, la clave esté en diversificar entre activos alternativos y seguir aplicando una gestión activa.
Las clases de activos alternativos presentan riesgos únicos (como el riesgo de iliquidez en los mercados privados) que pueden resultar desconocidos para los inversores que hasta ahora se han centrado en los mercados tradicionales. Es posible que los inversores tengan que encontrar su propio punto de equilibrio, en el que puedan tolerar cierto grado de riesgo adicional para obtener los beneficios de unas rentabilidades potencialmente más elevadas y una mayor diversificación. Las condiciones económicas cambiantes pueden afectar de manera muy diferente a los mercados públicos y privados, así como a los distintos sectores que los componen.
Las condiciones actuales sugieren que seguirá habiendo un alto grado de dispersión entre las rentabilidades de las diferentes clases de activos, lo que favorece a los gestores activos que pueden ser selectivos.
Los mejores gestores activos se dedican plenamente al análisis de valores para ayudar a identificar qué inversiones pueden destacar en cualquier momento y cuáles pueden tener dificultades. Esa cuidadosa selección podría marcar una diferencia considerable para los inversores en las condiciones de mercado que vemos hoy en día y en el futuro previsible.
Nota final:
- Fuente: "La estrategia de inversión 60-40 de confianza acaba de tener su peor año en generaciones,” El diario de Wall Street, 10/19/23
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